Porque tú, eres.
Eres la lluvia que cae sobre mis mejillas,
con dirección mi boca,
que solo pretende inundar a ésta con lagrimas que saben a tí
y que huelen a las dosis de besos que me estoy perdiendo
cada día que pasa desde el último día que rozé,
toque,
sentí,
y me bebí a sorbos tus labios.

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